Anida en ti un gran sabio
de ojillos y pies diminutos, de dos o tres años,
y eternamente alegre,
que lo sabe todo y no necesita explicaciones.
Él puede guiarte y enseñarte;
te contestará a todo lo que le preguntes,
te cantará músicas que conoces
y te sonreirá siempre.
Abre tus oídos y escúchale muy atentamente,
pues él tampoco da explicaciones.
de ojillos y pies diminutos, de dos o tres años,
y eternamente alegre,
que lo sabe todo y no necesita explicaciones.
Él puede guiarte y enseñarte;
te contestará a todo lo que le preguntes,
te cantará músicas que conoces
y te sonreirá siempre.
Abre tus oídos y escúchale muy atentamente,
pues él tampoco da explicaciones.
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