Milagros

5 de febrero de 2007

Aquella tarde a Gabriela -uno de los pequeños personajes de una novela de Gerard Bessiere- le preguntó su amigo Jacinto:
-- ¿Qué has hecho hoy en la escuela?

-- He hecho un milagro -respondió la niña.

-- ¿Un milagro? ¿Cómo?

-- Fue en el catecismo.

-- ¿Y cómo hiciste el milagro?

-- Tenemos como profesora a una señorita que está muy enferma. No puede hacer nada ella sola, sólo hablar y reir.

-- ¿Y qué pasó?

-- La señorita hablaba de los milagros de Jesús. Y los niños dijeron: No es verdad que haya milagros. Porque si los hubiera, Dios te hubiera curado a ti.

-- Y ella, ¿qué dijo?

-- Dijo: Sí, Dios hace también milagros para mí. Y los niños dijeron: ¿Qué milagro ha hecho?

-- ¿Y entonces?

-- Entonces ella dijo: Mi milagro son ustedes. ¿Por qué?, le preguntamos. Y ella dijo: Porque me llevan los mi�rcoles a pasear, empujando mi carrito de ruedas. ¿Lo ves? Hacemos milagros todos los miércoles por la tarde. La señorita dijo también que habría muchos más milagros si la gente quisiera hacerlos.

-- ¿Te gusta a ti hacer milagros?

-- Sí. Tengo ganas de hacer un montón. Primero pequeños. Cuando sea mayor voy a hacer milagros grandes.

-- ¿Todos los miércoles?

-- Quiero hacerlos todos los días, toda la vida.

-- ¿No te parece que la vida es también un milagro?

-- No -dijo Graciela---. La vida es para hacer milagros.

Hay dos maneras de vivir su vida: una como si nada es un milagro, la otra es como si todo es un milagro.
Albert Einsten.

1 comentarios:

Turi dijo...

Una bonita historia, te felicito.

Un saludo.

Publicar un comentario

Recuerda no utilizar Mayúsculas e intenta cuidar la ortografía dentro de tus posibilidades.